domingo, 11 de septiembre de 2011

Como la vida misma.

Hay cosas que no cambian nunca. Como el placer que siento al comerme un helado de chocolate. Lo que significa que me escriban una carta o que me digan lo bueno que tengo. Hay cosas que por más que nos empeñamos siguen siendo las mismas. Como esa canción que no te cansas de escuchar. Los escalofríos al pasar por esa calle. La vergüenza de conocer a alguien nuevo, las risas con tus amigos. Las manías de tus padres, el cariño a esa persona. La nostalgia de algo que no pasó, las ganas por verte dentro de un par de años. Existen en el mundo cosas que permanecen inalterables a lo largo del tiempo. Tu carácter, lo que te hace reír lo que te hace llorar. La sensación de dar un beso, de los que no has dado y sabes que se han perdido. Descubrir una llamada perdida y pensar en las cosas que no dijiste y se quedaron en el aire. Y es hay cosas que son como son y por más que hagamos y por más que queramos se quedaran así. Porque hay cosas que nunca cambian.

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